jueves, 31 de diciembre de 2009

Adios 2009

En total, el presente blog recoge un total de 53 artículos publicados en los medios de comunicación en 2009. (Se publicaron en 53 días jueves que tuvo 2009). Los artículos de 2010 los estaremos presentando en el blog http://www.marcoagandasegui10.blogspot.com/. Están invitados a abrir el blog de 2010 para seguir informados.
El último artículo - que aparece más abajo - fue publicado el 31 de diciembre de 2009. Pretende compartir con ustedes un rápido análisis del año que se fue y las promesas de cambio que no se cumplieron.
Quiero agradecer a todos los que tienen la paciencia de leer mis artículos, especialmente a los "seguidores". Es importante también que tomen nota de los "enlaces" (más de 25) que este blog proporciona para aquellos interesados en perfeccionar su método de estudio y en darle seguimiento a los acontecimientos internacionales y nacionales.

2009: Las promesas de cambio no llegaron

Promesas rotas y esperanzas frustradas. Mirando hacia atrás y viendo el año (2009) que transcurrió, se puede concluir que es mejor considerarlo como un año perdido. Lo podemos considerar perdido, pero no lo podemos borrar. Hay que aprender de los errores y de los horrores que ocurrieron para ver como se corrigen en 2010 y en el futuro más lejano.
Las promesas del guerrero Obama
En el plano internacional el año se inauguró con grandes esperanzas. El mundo entero esperaba la llegada a la Casa Blanca del presidente Barack Obama quien había hecho una campaña electoral basada en el cambio. Nosotros mismos dijimos a fines de 2008 que existía un consenso internacional en torno a tres promesas que hiciera el nuevo inquilino de Washington: Poner fin a las guerras de Bush, resolver la crisis económica creada por Bush y abrir una era de relaciones con América latina totalmente nueva y original. El mundo ha quedado más que sorprendido – anonadado - al descubrir que no cumplió con ninguna de las tres promesas y, más encima, borró todas las esperanzas de Copenhague.
El presidente Obama decidió aumentar el número de soldados norteamericanos en Afganistán a un total de 100 mil para darle seguimiento a la guerra que iniciara Bush a principios de la década. La medida creó más caos e incertidumbre a escala internacional. En el frente económico no logró estabilizar a la fracción financiera del gran capital de su país que aún sigue fuera de control. Con relación a la crisis ambiental dejó a un lado todas sus promesas electorales y decidió engavetar el Protocolo de Kyoto y continuar la política depredadora de su predecesor.
Los golpes en América latina
En América latina, 2009 fue un año de contrastes. Sin duda, el retroceso más significativo fue el golpe de Estado militar que se produjo en Honduras con la complicidad de EEUU y cuatro de sus aliados de la región (incluyendo a Panamá). El golpe militar puso fin al supuesto pacto democrático hemisférico promovido por todos los gobiernos, incluso Washington. Nuevamente, la OEA se mostró incapaz de enfrentar a EEUU en la defensa de la democracia en la región. El golpe contrastó con el frustrado intento de poner fin al gobierno democrático de Bolivia en 2008. La región se encuentra ahora a la defensiva esperando el próximo golpe militar. Por ello América latina ve con alarma el establecimiento de siete bases militares norteamericanas en Colombia, nuevas “estaciones aeronavales” en Panamá y el colapso del orden en México.
El Departamento de Estado norteamericano amenazó a los países de la región que tienen relaciones comerciales con Irán. Al mismo tiempo, señaló que no ve con buenos ojos la compra de armas a países fuera de su área de influencia. El gobierno brasileño trató de regañar a Obama cuando la Casa Blanca le dio paso expedito a la elección fraudulenta que organizaron los golpistas hondureños. Pero Lula no protestó cuando Washington le envió como embajador al ex secretario adjunto de Estado y artífice del golpe en el país centroamericano.
El impacto económico
El impacto de la crisis del capitalismo mundial sobre América latina en 2009 fue mediatizada en casi toda la región por la diversidad de las economías. Con excepción de México y Colombia, las inversiones capitalistas siguieron creciendo – a un ritmo menos acelerado – evitando que el colapso causara estragos mayores en los sectores sociales más vulnerables. Sin embargo, la situación sigue siendo frágil en la medida en que muchos de los países dependen de la exportación de materias primas (hidrocarburos, minerales y granos) a la República Popular China.
A su vez, Brasil se proyectó como potencia “emergente” con interés en invertir sus excedentes en el mundo. Brasil está invirtiendo sumas enormes en la región latinoamericana y en Africa. Sólo en Panamá un sindicato de bancos paulista le abrió al gobierno del presidente Martinelli una línea de crédito de mil millones de dólares. Brasilia también consolidó el grupo BRIC, con Rusia, India y China. Lula se abrió paso en el Grupo de los 20 países (G20) más poderosos del globo con la promesa de colaborar en la búsqueda de soluciones al caos generado por la crisis capitalista mundial. En este peligroso juego de ping-pong político-financiero, Brasil todavía no sabe si es parte de la mesa, la red o es la pelota.
¿Nueva derecha en Panamá?
En Panamá, 2009 fue el año del triunfo electoral del presidente Ricardo Martinelli, candidato de un partido de derecha sin tradición ni programa de trabajo. Desde un principio se sabía que su lema del “cambio” no era más que un slogan electoral. Pero también tenía sorpresas para los panameños. Continuó desarrollando políticas neoliberales y tácticas clientelistas. Elaboró una reforma fiscal para seguir disminuyéndole los impuestos a los más ricos y observó como la crisis internacional incrementó la tasa de desempleo por primera vez en cinco años.
A los sectores laborales, campesinos e indígenas el gobierno les mandó señales claras que sus protestas serán recibidas con mano dura. A su vez, continuó las políticas privatizadoras en los sectores de educación, salud y seguridad social. No hay políticas para evitar que el crimen organizado y la violencia se consoliden, convirtiendo la ruta de tránsito de Panamá en una vía rápida para el tráfico de ilícitos y una plaza favorita para el lavado de dinero.
Estas actividades se realizan bajo la mirada cuidadosa de EEUU que, incluso, logró que Panamá aceptara el establecimiento de 11 bases “aeronavales” sobre las costas del Pacífico y del Caribe panameños. Estas instalaciones militares que pueden ser ocupadas por EEUU en cualquier momento complementan las bases norteamericanas que comenzaron a operar en Colombia en 2009. La escalada militar que se produjo en el área sólo puede entenderse en el marco de una estrategia regional de EEUU que desestabilizó la propuesta esperanzadora de unidad latinoamericana en 2009.
Panamá, 31 de diciembre de 2009.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Navidad en Copenhague

La cumbre climática de Copenhague arrojó como resultado final un gran fracaso para aquellos que tenían esperanzas de poder estabilizar el futuro del planeta Tierra. A diferencia de las cumbres económicas o militares, cuyos acuerdos pueden ser alterados según la correlación de fuerzas, cada día que pasa sin que se tome acción frente al deterioro climático es un paso hacia nuestra propia destrucción.
Mas allá de todos los teatros montados por los líderes mundiales en Copenhague, sus declaraciones huecas e irresponsables, hay una realidad muy concreta que todos los países del mundo deben enfrentar. Lo resumiré en tres puntos:
1. Los grandes países capitalistas no tienen la capacidad técnica para generar ganancias de sus inversiones si no siguen abusando del ambiente que les proporciona sus materias primas.
2. EEUU es el país que tiene las plantas industriales más antiguas y difíciles de desmontar para entrar en una nueva era de bajo consumo de energía. No se quedan muy atrás Europa occidental y Japón. En cambio, China sufre el problema al revés: apenas está creando su infraestructura industrial masiva y no quiere detenerse.
3. El directorio político que gobierna a EEUU está apostando al tiempo. Es decir, esperan que su sistema de acumulación se salvará con nuevos descubrimientos tecnológicos a corto plazo (primer cuarto de siglo XXI) o, según los más ambiciosos, se descubrirán nuevos “mundos” similares a la tierra para continuar extrayendo materias primas.
El presidente de EEUU, Barack Obama, sorprendió a todos cuando llegó a la cumbre sin una propuesta. Al contrario, su actitud fue de doblar brazos y amenazar a los países menos desarrollados. El mundo esperaba el anuncio que EEUU reduciría sus emisiones entre un 25 y 40 por ciento. Sin embargo, sólo prometió una reducción del 4 por ciento.
Según la ONU, los recortes de emisiones actualmente propuestos significarían un aumento de las temperaturas globales de 3 grados celsius en promedio. La información contradice las promesas de los líderes mundiales de fijar el tope de los aumentos en 2 grados. En una maniobra que fue calificada como poco diplomática, Obama logró sentar a cuatro países “emergentes” para proponerles un acuerdo informal que se presentaría ante el mundo como un gran triunfo.
El documento fue rechazado por Rusia, la Comunidad Europea, la mayoría de los países latinoamericanos e, incluso, por los mismos países que en un principio habían cooperado con Obama: Africa del Sur, Brasil, China e India. Al final Obama tuvo que abandonar Copenhague de manera parecida a la retirada del presidente Bush (hijo) de Mar del Plata cuando fracasara la cumbre de ALCA. Desde el punto de vista político, lo que más le preocupa a los líderes mundiales y a otros sectores sociales, es el estilo de Obama que ha adoptado, faltando un mes para cumplir su primer año en la Casa Blanca, la misma arrogancia e indiferencia de Bush.
El gobierno panameño envió una delegación a Copenhague que se mantuvo en el anonimato. Es probable que su perfil bajo se debió a los problemas que los últimos gobiernos han estado creando en el país mediante políticas públicas destructivas. En Copenhague se habló de proteger la tierra, en Panamá se dan permisos sin plan ni estudios para extraer oro de una mina a tajo abierto, se construyen hidroeléctricas y se reprime a los pueblos indígenas.
Panamá, 24 de diciembre de 2009.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Panamá conmemora XX aniversario de la invasión militar norteamericana

En el marco de las guerras desatadas por el presidente Reagan se puede hacer una lectura de la invasión militar de EEUU a Panamá el 20 de diciembre de 1989. El primer dato se refiere a la política de desestabilización emprendida por EEUU contra Panamá. Esta política de Washington se entiende mejor en la estrategia global de “contención” de la URSS, la desestabilización económica de América latina y la guerra “sucia” en América Central.
En el caso de Panamá, en julio de 1981, apenas seis meses después de que Reagan llegara a la Casa Blanca, el jefe de la Guardia Nacional de Panamá, el general Omar Torrijos, muere en un accidente aéreo misterioso. Después de una breve transición, en 1983 llega a la jefatura de la institución armada Manuel A. Noriega, quien la transforma en las Fuerzas de Defensa y es ascendido a general.
EEUU había participado directamente en la creación de la Guardia Nacional en 1953 e, igualmente, su mano está presente en 1983 con la creación de las Fuerzas de Defensa (FDP). Según Noriega, las FDP tenían dos objetivos estratégicos. Convertir la policía militar panameña en un Ejército con capacidad tanto defensiva como ofensiva, teniendo como modelo su homólogo israelí. Por el otro lado, asistir a EEUU en la defensa del Canal y en su política militar en Centro América. (Pocos años antes la revolución sandinista en Nicaragua había eliminado la dinastía de los Somoza que duró 45 años en el poder).
En 1983 ya había desaparecido la Zona del Canal de Panamá pero la presencia de las bases militares norteamericanas con 40 mil efectivos de todas las ramas seguía muy presente rodeando el Canal. Además, EEUU tenía instalado en el Istmo al Comando Sur y a la tristemente célebre Escuela de las Américas.
En el transcurso de la década de 1980, Panamá recibió varias de las bases que desalojaba EEUU cumpliendo con los Trtados Torrijos Carter. Además, las FDP recibía generosas donaciones de armas y equipos militares de Washington. Todo indica que las FDP prestaban servicios a EEUU en las guerras centroamericanas.[1] Varios estudios de especialistas regionales y de EEUU indican, además, que el gobierno norteamericano incrementó el tráfico de drogas en la región centroamericana para financiar la guerra ilegal contra los sandinistas en Nicaragua y el apoyo a los militares salvadoreños que contenían la insurgencia del FMLN en El Salvador. (Ver el escándalo “Irán-Contra”).
Las FDP de Noriega tenía dos fuentes de ingreso extraordinarios que las convirtió en una institución muy poderosa con influencia en la región y con un poder casi absoluto en Panamá. En 1984, las FDP le imponen al recién nacido Partido Revolucionario Democrático (fundado por Torrijos) la candidatura de Nicolás Ardito Barletta (vice-presidente del Banco Mundial) seleccionado a dedo por el Departamento de Estado. Sólo dura un año y es reemplazado por un representante de la oligarquía financiera panameña, Eric A. Delvalle, quien es reemplazado antes de cumplir el año en su cargo.
Los objetivos estratégicos de Noriega – crear el Ejército panameño y convertirlo en nuevo guardián en la sub-región – le estaba creando problemas domésticos e internacionales. En el frente interno, Noriega tenía que lidiar con una oposición de derecha cada vez más fuerte que contaba con buenos contactos en sectores políticos de EEUU. La derecha torrijista (“Frente empresarial”) se dividió y su cabeza visible, Gabriel Lewis Galindo, se trasladó a Washington para colaborar en el derrocamiento de Noriega.
En el frente internacional, Reagan presidía una casa dividida con relación a Panamá. Por un lado, la Secretaría de Estado abanicaba cambios y, por el otro, el Pentágono que pedía prudencia. Para los militares norteamericanos, Noriega aún era una pieza importante en sus planes subregionales. Además, el general panameño les servía en la cadena del tráfico de drogas de Sur América hacia los mercados del norte. Noriega también recibía apoyo de la CIA, la DEA y de las agencias de inteligencia de Israel.
A pesar de las divisiones, en 1987 la Secretaría de Estado logró presentar en una corte federal de EEUU cargos de tráfico de drogas y corrupción contra Noriega.[2] Hay versiones que el recurso fue impulsado por los enemigos políticos de George H. W. Bush quien ya estaba en campaña para suceder a Reagan en la Casa Blanca. El Pentágono, la CIA y la DEA seguían apoyando a Noriega. Para el jefe del Comando Central de las Fuerzas Armadas en Washington, el almirante Crawford, Noriega era una pieza política que hacía mucho ruido pero que garantizaba estabilidad en la región.
El año 1988 fue dominado en EEUU por la campaña a la Presidencia que ganara, en noviembre, Bush padre. Durante la administración del presidente Nixon, Bush había sido director de la CIA. Esta mancha deshonrosa siempre lo persiguió y él trataba de borrarla presentándose como un político pacifista y dispuesto al diálogo. Este estilo de campaña, y su perfil bajo como vice-presidente de Reagan durante 8 años (1981-1989), le ganó el mote de “debilucho” (“whimp”) en la clase política y los medios norteamericanos.[3]
El 21 de junio de 1989, bajo órdenes de Bush, el Departamento de Justicia emitió una “opinión legal extraordinaria” secreta dándole poderes al Presidente para “capturar fugitivos de la ley norteamericana incluso si residen en el extranjero, así como ignorando tratados de extradición y acuerdos internacionales”. La medida tenía relevancia particularmente en el caso de Noriega ya que un juzgado federal de Florida había iniciado un proceso contra el militar panameño acusado de traficante de drogas.[4]
Durante la presidencia de Reagan, la presencia de Noriega era considerada beneficiosa para la política exterior de EEUU. A finales del período de Reagan, sin embargo, con la destitución de Ardito Barleta y la negativa de enviar tropas de las FDP a combatir contra los sandinistas en Nicaragua, se agriaron las relaciones con la Secretaría de Estado. En 1987, EEUU le recomendó a Noriega que se separara de las FDP y dejara su posición de “hombre fuerte” del gobierno. En 1988 la Secretaría de Estado logró imponerle a Panamá un embargo, exigiendo que Noriega abandonara el poder. A todo esto, Noriega se sentía apoyado por el Pentágono, la CIA y la DEA. Además, la Casa Blanca mostraba indiferencia.
Las sanciones norteamericanas incluyeron el congelamiento en EEUU de depósitos, que alcanzaban los US$210 millones, pertenencientes al Banco Nacional de Panamá. Además, un total de 200 empresas norteamericanas que operaban en Panamá suspendieron el pago de sus obligaciones fiscales para con el gobierno nacional que sumaba cerca de US$400 millones anuales. La importación de azúcar panameña fue prohibida y, al mismo tiempo, toda transacción comercial, préstamo, operación de ONG fue suspendida. EEUU también le puso trabas a la flota mercantil que navegaba bajo bandera panameña
El 20 de diciembre[5]
Desde el punto de vista militar, la invasión a Panamá se constituyó en un laboratorio para ensayar un “modelo de guerra total”[6]alterno al de la guerra de baja intensidad. Desde el punto de vista de la política interamericana se inauguró el corolario Bush y se expresó por primera vez la visión que intentaban irradiar los norteamericanos para el nuevo orden mundial.[7] “La invasión a Panamá fue la cuna del Nuevo Orden Mundial.”[8] Con el inicio de la terminación de la Guerra Fría, había que iniciar un nuevo estilo de dirigir las relaciones internacionales en mundo unipolar que se avecinaba.
“Una fuente indicó que murieron entre 700 y 800 personas. Otras fuentes indican que EEUU desarrolló operaciones sanitarias cremando cuerpos con lanza-llamas. Estas actividades se vincularon con la desaparición de personas. Otros relatos de tortura describen como los invasores se ensañaron contra los soldados del regimiento ‘Macho de Monte” de las FDP. Según otros informes, el cuartel de las FDP en la ciudad de Colón fue destruido sin dañar su fachada, matando a todos sus ocupantes (300 miembros de las FDP)”.[9]
Según Acosta “en El Chorrillo, un total de 4 mil viviendas fueron destruidas dejando sin hogar a más de 14 mil personas”. La destrucción fue el producto de un bombardeo de 4 horas seguidas entre las 12:15am a las 4:15am del 20 de diciembre. “El pueblo rural de Pacora fue bombardeada con sustancias químicas lanzadas por helicópteros del Comando Sur. Según testigos de Pacora, el pueblo fue cercado con alambre de púa para evitar que los pobladores pudieran asistir a los soldados en el área. Panamá también sirvió de conejilla de india para experimentar nuevas armas de guerra. Entre éstas se destacaron saltos en paracaídas de 160 metros y el uso de aparatos oculares para ver de noche. El arma más exótica usada en la invasión – sin necesidad alguna – fue el avión F-117A, el bombardero Stealth.[10]
Las fuerzas invasoras se llevaron valiosos botines de guerra, desde armas y equipos --muchos de estos nuevos— así como miles de cajas llenas de documentos y las computadoras del servicio de inteligencia (G2) de las Fuerzas de Defensa. Saquearon piezas arqueológicas irremplazables, joyas precolombinas y tesoros artísticos. Se robaron la primera bandera nacional. Existen testimonios de personas a quienes las tropas norteamericanas despojaron de joyas, dinero y pertenencias.[11]
Miles de personas no combatientes fueron arrestadas y retenidas en campos de concentración durante largos períodos de tiempo tan sólo por el hecho de pertenecer al partido político gobernante, por ser funcionarios del gobierno, por simple sospecha o necesidad de prevención o por puro terrorismo de Estado.
Todos los medios de comunicación (prensa, radio y televisión) –salvo los colaboracionistas – fueron intervenidos por las fuerzas invasoras y sometidas a estricta censura y la totalidad del país fue sometida a un régimen de ocupación violatorio del Derecho Internacional.[12]
Las pérdidas económicas de la invasión se calculan en US$2 mil millones. El desempleo se disparó y la Cámara de Comercio informó que se habían perdido 10 mil empleos.

La causa “diversionista” del 20 de diciembre
Quienes se oponían a la invasión – entre ellos senadores como Dodd, Leahy y Kennedy – cambiaron de parecer y comenzaron a criticar a Bush por su falta de resolución. Las instituciones como el Pentágono, la CIA y la DEA se dividieron, inclinándose a favor de la solución militar. Todo indica que el momento más favorable para Bush y sus “rating” de popularidad para lanzar la invasión era justo antes de Navidad. Aprovecho la ventana que se abrió para demostrar que era un hombre con capacidad de mando, sin importar los costos y pérdidas de vida, y que controlaba las fuerzas armadas más poderosas del mundo.[13]
El resultado inmediato de la invasión de Panamá en EEUU fue un triunfo de la Casa Blanca que supuestamente había actuado en forma eficaz contra un peligroso enemigo. Los críticos de Bush fueron silenciados y el triunfo militar despertó entusiasmo en ambos partidos políticos de ese país. El Congreso aplaudió la fortaleza demostrada por Bush y las encuestas de opinión reflejaron un apoyo del 80 por ciento de las personas consultadas.
Según la analista Jane Cramer, la invasión fue considerda por muchos observadores como el caso de una guerra “diversionista”. Fue concebida, planeada y ejecutada por razones de política interna de EEUU. Una guerra diversionista es promovida y desatada por un líer político con “el propósito de lograr objetivos diplomáticos o militares que pueden contribuir a solucionar sus problemas políticos domésticos”. Cramer agrega que con frecuencia los líderes son motivados por ‘condiciones políticas internas deterioradas’ para iniciar aventuras militares en el exterior.
Una crisis económica, impopularidad en las encuestas, política partidista y ciclos electorales pueden influir en el uso de la fuerza. Para muchos el uso innecesario de fuerza tiende a alimentar estos supuestos. En el caso de Panamá, las razones que EEUU ofreció para justificar la invasión fueron banales y sin mayor sentido. Cramer concluye que “estos hechos apoyan la tesis de que el uso de fuerza para deshacerse de Noriega no tenía que ver con Panamá”. Más se trataba de una manipulación de la opinión pública de EEUU en torno al carácter del ocupante de la Casa Blanca.[14]
¿Qué justifica entonces el uso de una fuerza abrumadora contra un país que no representaba una mayor amenaza para EEUU? Bush invadió a Panamá bajo el supuesto de defender la democracia, de restaurar el orden y de defender a ciudadanos norteamericanos que residían en ese país. Los hechos demuestran que esos objetivos, en realidad, no eran los que perseguía EEUU. Según el sacerdote panameño, Xavier Gorostiaga, “ni la defensa del Canal o el arresto (ilegal) de Noriega justificaba la invasión que “costó por lo menos mil vidas, mucho sufrimiento y daños, sin resolver problema alguno”.
Parry señala que poco antes de la invasión del 20 de diciembre, Bush y el jefe de su Estado Mayor, el general Colin Powell, estaban preocupados por la falta de coordinación militar entre las distintas ramas de las fuerzas armadas de EEUU. Powell exclamaría en un momento, con cierta nerviosidad, ‘hay que colocar un aviso en la puerta diciendo ‘Aquí vive la Súper-potencia’.[15]
Según Coleen Acosta, “la invasión militar de EEUU a Panamá le recordó al mundo que Washington continuaba siendo hegemónica en el hemisferio”.[16] Además, la invasión militar demostraba que EEUU contaba con un líder, el presidente Bush, padre, decidido a “sobrematar”[17] cualquier adversario. Panamá fue escogido en aquellas circunstancias para lograr esos objetivos políticos que le devolvieran al ocupante de la Casa Blanca su prestigio y posibilidades de reelegirse en las próximas elecciones.
Panamá, 17 de diciembre de 2009.

[1] Una interpretación sesgada, típica de los medios norteamericanos, que tenían instrucciones de satanizar la relación entre Noriega y EEUU, la da Jessica Wayne: “Noriega le concedió a EEUU derechos de despegue a los vuelos de máxima altura del avión SR71 Blackbird que le daba valiosa información sobre la guerra contra los sandinistas así como sobre el enfrentamiento entre el FMLN y los militares salvadoreños. Aún cuando Noriega era un traficante de drogas, también le pasaba información sobre las operaciones de sus competidores a la DEA de EEUU”. Jessica Wayne, 2008, Operation Just Cause: A Historical Analysis, Washington: COHA, 15 de julio .
[2] “Washington descartó a Noriega en 1988 cuando fue acusado por tráfico de cocaina en una corte federal de EEUU”. Jessica Wayne, 2008, Operation Just Cause: A Historical Analysis, Washington: COHA, 15 July.
[3] “En el Congreso de EEUU, Bush era acosado. La representante Patricia Schroeder, demócrata de Colorado, lo llamaba el “presidente Revlon” por sólo ofrecer soluciones cosméticas. El representante David McCurdy, (demócrata de Oklahoma) puntualizó que se "está afianzando el debilucho”. (“There's a resurgence of the wimp factor"). Robert Parry y Norman Solomon, The Commander. Behind Colin Powell’s Legend. Part Four.
[4] Idem.
[5] Sobre la invasión militar de EEUU a Panamá recomendamos tres libros, entre los muchos que se han publicado en Panamá y en el exterior: Olmedo Beluche, 1990, La verdad sobre la invasión, Panamá: CELA. Roberto N. Méndez, 1994, ¿Liberación... o crimen de guerra?, Panamá: CELA. Jose de J. Martínez, 1991, La invasión de Panamá, Panamá: Fundación Omar Torrijos.
[6] Philip Wheaton, 1992, Panama Invaded, Trenton: Red Sea Press
[7] Herbert Nelson Austin, , El corolario Bush. La intervención armada en Panamá,
[8] Soler T., Giancarlo, 1993, La invasión a Panamá, estrategias y tácticas para el nuevo orden mundial, Panamá: CELA.
[9] Coleen Acosta, 2003, Iraq: A Lesson from Panama. Imperialism and Struggle for Sovereignty,
[10] Coleen Acosta, idem.
[11] Julio Yao, 2009, “Para entender la invasión de Estados Unidos a Panamá”, Tareas, No133.
[12] Yao, idem.
[13] Jessica Wayne, 2008, Operation Just Cause: A Historical Analysis, Washington: COHA, 15 de julio.
[14] Jane K. Cramer, 2004, The Elusive Diversionary Theory of War and Panama, 1989: Using Qualitative ‘Tests’ Across Cases and Researchers to Break the Impasse, Ponencia presentada en la Conferencia de APSA, Chicago, septiembre.
[15] Parry, The Commander, ob.cit..
[16] Coleen Acosta, 2009, Iraq: a Lesson from Panama. Imperialism and Struggle for Sovereignty
[17] La expresión “sobre matar” (over-kill) tiene la connotación militar de abrumar al contrincante con la fuerza suficiente para pulverizarlo, según el general Colin Powell. Ver Bob Woodward, 1999, The Commanders, Nueva York: Simon & Shuster.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Las protestas de la juventud panameña

Desde principios del siglo XX las inquietudes sociales de la juventud panameña se han opuesto a los abusos de las autoridades gubernamentales. El Movimiento Acción Comunal, de la década de 1920, incluso llegó a derrocar el gobierno liberal de Juan Demóstenes Arosemena en 1931. Posteriormente, en la década de 1940, el Frente Patriótico de la Juventud movilizó fuerzas sociales poniendo en jaque diversos gobernantes que querían negociar bases militares con EEUU. La generación juvenil que más brillo fue la correspondiente a la gesta del 9 de enero de 1964. Los jóvenes de aquel entonces se enfrentaron al Ejército norteamericano, sacrificando sus vidas, logrando que se negociaran nuevos tratados del Canal que pusieran fin a la ocupación militar de Panamá por tropas extranjeras. En el período de transición – 1977 y 1999 – los jóvenes fueron vigilantes para que se cumpliera con el Tratado del Canal.
Los gobernantes de turno – quizás con la excepción de Torrijos – adoptaron una táctica de represión abierta con estas manifestaciones juveniles. En los textos de historia aparecen las cargas de caballería de Remón, la batalla de la Colina, el cerro Tute y los interminables enfrentamientos en los alrededores del Instituto Nacional, la Universidad de Panamá y otros establecimientos.
El general Omar Torrijos intentó en la década de 1970 – con éxito relativo – cooptar a los jóvenes ofreciéndoles responsabilidades y participación en sus planes gubernamentales. Según algunos, la juventud perdió su capacidad crítica frente a esta táctica. Para otros, le dio espacio a una generación para ocupar su puesto en los procesos de construcción nacional.
Lo cierto es que la juventud siempre será crítica y ocupará su espacio, independientemente de la represión o persecución de las autoridades. El presidente Ricardo Martinelli es el quinto mandatario después de la invasión militar norteamericana (1989) que no entiende esta realidad. Sin excepción, todos los presidentes han decidido “aplastar” la protesta juvenil. Martinelli quizás sea el caso más emblemático ya que desconoce las aspiraciones de las nuevas generaciones y no tiene asesores que lo orienten.
Un ejemplo de esta situación fueron las protestas de estudiantes universitarios el pasado 18 de noviembre. Según un comunicado del Partido Alternativa Popular (PAP), “las manifestaciones de protesta, constituyen un llamado de atención a los diferentes sectores de la sociedad panameña. Por un lado, los estudiantes protestan por el incremento alarmante del costo de la vida”. El PAP también señala que “protestan por la intención del gobierno de Martinelli de establecer cuatro bases “aeronavales” en costas panameñas” bajo la dirección de EEUU.
La reacción irracional del gobierno – lanzar varios pelotones de policías armados hasta los dientes en contra de los jóvenes – era de esperarse. Lo hicieron los gobierno anteriores (1990-2009), los militares (1968-1989) y los liberales de mediados del siglo XX (1941-1968). Martinelli debe usar esa energía inagotable de los jóvenes para emprender un plan de desarrollo nacional que baje el costo de la vida y que elimine para siempre los anhelos norteamericanos de tener bases militares en el istmo panameño.
El PAP concluye que “la represión que sufrieron los estudiantes universitarios por parte de la Policía Nacional no se justifica y debe ser condenada. Sus protestas hicieron posible que ahora, a principios del siglo XXI, no existan bases militares norteamericanas en Panamá, ni tampoco estacas coloniales, ni un Canal de Panamá enajenado”.
Panamá, 10 de diciembre de 2009.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Honduras: No al fraude, si a la constituyente

En defensa de su democracia, contra la ingerencia de EEUU y rechazando a una burda oligarquía atrasada, el pueblo hondureño le mostró al mundo el pasado domingo que superará todos los obstáculos necesarios para que se respete su dignidad y derecho a la autodeterminación. Washington se quedó atónito ante la heroicidad de un pueblo pero con el garrote en la mano, sin ceder un centímetro con su acostumbrada arrogancia. La oligarquía hondureña trata de minimizar la derrota en las urnas custodiadas por los militares golpistas.
Peor aún, unos pocos gobiernos títeres – como el panameño – celebraron la farsa montada por el Departamento de Estado norteamericano y su embajador golpista en Tegucigalpa. El ministro de Relaciones Exteriores, Juan C. Varela, regresando de Honduras se sentía seguro que sus aliados ideológicos saldrían adelante con el fraude electoral. Los 15 miembros del flamante Consejo Nacional de Relaciones Exteriores de Panamá recién nombrados aún no se pronuncian sobre la desaparición de la democracia en un país centroamericano.
El pueblo hondureño tiene un objetivo claro y preciso. Hay que convocar a la constituyente. A la cabeza de esa demanda puede estar el presidente constitucional Manuel Zelaya – derrocado por el gobierno de Barack Obama en junio del presente año – quien sigue refugiado en la embajada de Brasil en Tegucigalpa. Todos los hondureños se han organizado en sindicatos, grupos barriales, productores y asociaciones para exigir la constituyente.
Honduras demostró que rechaza el golpe de Estado y sus arquitectos. Exige que se le respete la democracia y que se vayan los usurpadores. La convocatoria a unas elecciones de los golpistas nació sin vida. Los golpistas se encuentran aislados internacionalmente, aunque cuenta con el respaldo de una Casa Blanca que ha perdido toda su credibilidad, a pesar de su Premio Nóbel. El apoyo de Obama significa que los usurpadores de Tegucigalpa seguirán recibiendo financiamiento para sus operaciones espurias, que los militares hondureños seguirán bajo la protección del Pentágono y que la red diplomática y de inteligencia de Washington presionará a los países más débiles para que reconozcan las elecciones de los golpistas. (¿Haití, Israel, Islas Marshall?).
La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, bautizó el nuevo estilo de política exterior como “smart power” (poder inteligente). Según su equipo duro atrincherado en la estructura gubernamental de EEUU, los tiempos de la alternancia entre poder suave (respeto a la democracia, los derechos humanos y a la autodeterminación de los pueblos) y poder duro (bloqueo económico, intervención militar y asesinatos selectos) debe ceder su lugar a esta nueva modalidad:
Por un lado, el brazo militar norteamericano concibe el golpe contra el presidente Zelaya (desde su base en Cano Soto) y, por el otro, su equipo diplomático busca “restituir la democracia” mediante el fraude electoral. EEUU logró el apoyo de Costa Rica, Panamá, Perú y, aparentemente, el rey de España. Sin embargo, tanto México como Colombia – aliados de EEUU - se han mostrado renuentes a sumarse a la murga festiva. En cambio, Brasil y sus aliados en la región han denunciado la farsa y han regañado a Obama por su irrespeto a la inteligencia de los latinoamericanos. Sólo queda la alternativa de convocar a una constituyente para que el pueblo de Honduras decida en forma soberana y democrática su futuro.
Panamá, 3 de diciembre de 2009.