jueves, 24 de septiembre de 2009

¡Cómo erradicar la criminalidad!

Las políticas públicas diseñadas y ejecutadas por los gobiernos panameños en las últimas dos décadas han incrementado las pandillas juveniles, la población carcelaria (que no cabe en los centros de detención) y el tráfico ilegal de servicios y bienes. Al mismo tiempo, la corrupción ha penetrado todos los sectores más encumbrados de los sectores público y privado, observándose un abuso creciente en el sistema de transporte, en el desarrollo urbano y en los medios de comunicación.
La población panameña tiene que soportar el incremento de las batallas entre pandillas, los secuestros y ejecuciones, así como los robos a mano armada. Las autoridades más encumbradas, desde la Presidencia de la República hasta el corregidor de barrio, pasando por la institución policíaca, se confiesan incapaces de enfrentar la ola del crimen.
Esta frustración tiene una razón muy sencilla: Las políticas públicas que se aplican y la corrupción que caracteriza a quienes tienen el poder. La solución a los problemas de criminalidad sólo se puede alcanzar modificando las políticas públicas.
En primer lugar, es urgente que, a todos los niveles, se regule todo lo referente a la producción e intercambio de bienes y servicios. Hay que poner fin a las llamadas políticas de “desregulación” que crea más empleo informal. Al mismo tiempo, el sector público tiene que invertir más en el desarrollo de las comunidades, en la educación y en la salud. Hay que recuperar el tejido económico y social de la sociedad panameña
Segundo, la clave para poner fin a la criminalidad está en la creación de oportunidades para que la juventud estudie y trabaje. En la medida en que estos dos objetivos no se logren, la criminalidad seguirá azotando al país. Los gobiernos de turno tienen que intervenir con energía - y de manera planificada - utilizando los recursos que genera la riqueza nacional para generar empleos productivos. En la actualidad, la mayoría de la juventud – población entre los 16 y 30 años de edad – se encuentra sin empleos decentes y sin oportunidades de encontrar mecanismos para formarse.
Tercero, hay que rescatar las fábricas en las ciudades y en los centros agroindustriales que han cerrado o se están cerrando. La elite política panameña celebra los resultados de sus políticas destructivas señalando que Panamá no es un país “productivo”. La economía panameña – dicen los enemigos de la nación que gobiernan - sólo debe generar servicios para acelerar el tránsito por el Istmo. Esta visión negativa de país no excluye el tráfico ilegal de mercancías y personas, la promoción de juegos del azar, prostitución y la especulación en bienes raíces.
En resumen, hay que invertir recursos en la juventud panameña y poner fin al saqueo de las arcas fiscales del país por una pequeña elite. Es una lástima que el actual presidente de la República es un firme defensor de la idea que Panamá no debe producir riquezas. Hay estudios del Banco Mundial que recomiendan que Panamá invierta en actividades productivas. Un incremento del 2 por ciento de la producción en estos sectores puede eliminar el 15 por ciento de la pobreza (donde está el 40 por ciento de la población). La disminución de la pobreza (desigualdad social) es la mejor arma para golpear la corrupción y el crimen organizado.
Panamá, 24 de septiembre de 2009.

viernes, 18 de septiembre de 2009

¿Regresará Noriega?

En Panamá la gente se pregunta que le ha pasado a Noriega. Sí, el general Manuel A. Noriega, quien fuera jefe de las Fuerzas de Defensa de Panamá (FDP) entre 1983 y 1989, hasta que la invasión militar norteamericana lo secuestrara para juzgarlo por cargos de supuesto tráfico de drogas. Curiosamente, fue rapidamente condenado como traficante en Panamá en un juicio realizado en Florida mientras era considerado “prisionero de guerra” por el gobierno norteamericano.
Durante la invasión militar de EEUU, fueron muertos un número que oficialmente nunca se ha dado a conocer. Algunos dicen que fueron mil personas, otros aseguran que fueron cerca de 5 mil. En realidad, los gobiernos panameños (un total de cinco en 20 años), se han encargado de encubrir las causas y las consecuencias de la guerra declarada por EEUU contra Panamá.
¿Cuántas muertes fueron? ¿Porqué fue tomado prisionero de guerra el general Noriega? Preguntas que los gobernantes panameños y sus asesores legales prefieren no plantearse. El gobierno norteamericano todavía tiene clasificada gran parte de los archivos que se refieren a la invasión militar de 1989. Además, unidades especiales de inteligencia norteamericana se llevaron la totalidad de los archivos de las FDP, que incluyen los de la Guardia Nacional (1953-1983).
Bob Woodward, el periodista que descubrió la conspiración del hotel Watergate, señala que la invasión era parte de una campaña de relaciones públicas del entonces presidente Bush (padre) quien era considerado un debilucho por la opinión pública de EEUU y había que crearle una imagen “macho”. La invasión militar, la muerte de miles de inocentes y la “captura” de Noriega lo convertirían en “héroe” y aseguraría su reelección en 1992. En la campaña electoral de ese año, Clinton lo desbancaría recordándole que el problema de EEUU era “la economía, estúpido”.
Curiosamente, EEUU trata de explicar la situación de Noriega recurriendo a la Convención de Ginebra. Tratado internacional pisoteado por EEUU desde su aprobación. Washington admite que tortura, detiene sin juicios, asesina y realiza espionaje. (Los casos recientes de Guantánamo son una pesadilla para el pueblo norteamericano que siente vergüenza por el comportamiento de sus gobernantes).
Según analistas de ese país, EEUU debe expulsar a Noriega de su territorio y devolverlo a Panamá. Así dicta la Convención de Ginebra. Sin embargo, algunas mentes legales de EEUU alegan que Noriega no puede regresar a Panamá porque constituye un peligro para la estabilidad política del país. “El retorno del general puede contribuir a la destrucción de la unidad nacional. Como consecuencia, sería prudente descartar la ley y ser pragmático”. Quienes piensan de esta manera en EEUU, dicen que hay “demasiados políticos panameños que tuvieron vínculos con el régimen norieguista y su regreso crearía tensiones capaces de desestabilizar la sociedad panameña”.
En realidad, Noriega constituye un peligro para EEUU en su calidad de agente de ese país mientras dirigía las FDP. Si regresara a Panamá no podría ser juzgado porque todas las evidencias de sus supuestos crímenes los tiene EEUU. Como señalara el sociólogo argentino, Atilio Borón, Noriega ahora se levanta como espejo ante la política de EEUU en Colombia y México. En el país vecino, el presidente Alvaro Uribe puede ser objeto de una acción punitiva por parte de EEUU si da un paso en falso.
Panamá, 17 de septiembre de 2009.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Ho Chi Minh

La guerra de liberación de Vietnam tiene un paralelo histórico con las luchas generacionales panameñas por recuperar su soberanía usurpada a principios del siglo pasado. A diferencia de Vietnam donde, entre 1965 y 1975, murieron más de 5 millones personas por los bombardeos y torturas, en Panamá los mártires fueron muchos menos. Otra diferencia es que en la actualidad, Vietnam tiene un gobierno que planifica su desarrollo y contribuye a la superación de su pueblo. En Panamá hemos retrocedido y tenemos gobiernos que siguen aplicando políticas neoliberales fracasadas con el único objetivo de concentrar aún más la riqueza.
El gran estratega político que dirigió la liberación de Vietnam fue Ho Chi Minh. Nació en Annam en 1890 con el nombre de Nguyen Tat Than. La clandestinidad de toda la vida le obligó utilizar más de cien apodos diferentes para escapar de la persecución policial. El nombre de Ho Chi Minh significa “el que ilumina”.
Según Amador Ibáñez, estudioso del revolucionario vietnamita, Ho era hijo de un médico herborista, enemigo del colonialismo francés, que ocupó Vietnam en 1860. Estudió en Hué y Saigón, hasta que en 1912 emigró como mozo en un barco francés. En París conoció a Chou En Lai, León Blum, Marcel Cachin y Longuet (sobrino de Carlos Marx), entre otros destacados dirigentes del movimiento obrero internacional. Se afilió al Partido Comunista francés, escribió en L'Humanité y luego fundó el periódico El Paria, donde escribirían varios dirigentes revolucionarios de las colonias.
Hacia fines de la segunda guerra mundial fundó el Vietnam Doc Lap Dong Minh Hoi (Frente para la liberación de Vietnam), más conocido por Vietminh. También creó el ejército guerrillero dirigido por Vo Nguyen Giap, uno de los generales revolucionarios más brillantes del mundo. El Vietminh organizó la insurrección general, logró la independencia nacional y fundó la República Democrática de Vietnam.
A la guerra contra Francia sucedió la guerra contra EEUU. "Derrotados los yanquis -diría Ho- construiremos una patria diez veces más hermosa". Siempre estuvo seguro de “la victoria total".
Sus predicciones se cumplieron, aunque Vietnam sufrió años de atrocidades contra su población. El territorio fue convertido en campo de experimentación de armas sofisticadas y de criminales bombardeos contra la población indefensa. Desde 1961 hasta 1973, el Pentágono arrojó sobre Vietnam y el vecino Laos más de siete millones de toneladas de bombas y 100 mil toneladas de sustancias químicas tóxicas. Sobre Vietnam se descargaron más bombas que las arrojadas durante la segunda guerra mundial. Millones de personas padecieron y todavía padecen los efectos del agente naranja, potente defoliante que pretendía arrasar el bosque húmedo del país para aislar a los guerrilleros.
Ho Chi Minh murió en Hanoi, hace ya cuarenta años, el 3 de septiembre de 1969. En su testamento dejó escrito que "durante toda mi vida, he servido con todas mis fuerzas y con todo mi corazón a la Patria, a la Revolución y al pueblo. Ahora, si debo partir de este mundo, no hay nada que sienta más que no poder servirlos más tiempo". El proceso liberador continuó. Cuando seis años después de su muerte, los patriotas vietnamitas triunfaron, los tanques llevaban una pancarta que decía "siempre marchas con nosotros, tío Ho".
Panamá, 10 de septiembre de 2009.

domingo, 6 de septiembre de 2009

El fin del neoliberalismo y la crisis económica

La crisis del capitalismo no es igual a la crisis del neoliberalismo. El neoliberalismo fue una estrategia política utilizada para mitigar la crisis del capitalismo que, a partir de la década de 1970, dejó de generar las ganancias necesarias para reproducir el sistema. El neoliberalismo pretendió mitigar la crisis mediante tres acciones concretas: la globalización, la desregulación y la flexibilización.
Las políticas neoliberales fracasaron en su intento de frenar el colapso del capitalismo como sistema capaz de generar excedentes. El neoliberalismo – en el último cuarto de siglo – se anotó varios triunfos que crearon falsas expectativas entre sus defensores. En primer lugar, obtuvo resonantes éxitos en el plano político doblegando a las organizaciones laborales y apropiándose de una proporción mayor de sus ingresos. Fueron los casos de Reagan y Tatcher que le abrieron camino a una nuevo estilo de generar ganancias. Algunos llamaron este nuevo modelo de acumulación la “financiación” de la economía global.
La crisis del sistema capitalista en la década de 1970 remeció los cimientos de las economías de mercado del mundo. Mas espectacular aún, siendo interpretado como otro gran triunfo político del capitalismo, fue el colapso de las economías del “socialismo real” a fines de la década de 1980.
Las políticas neoliberales, promovidas por las instituciones financieras internacionales y las grandes potencias, transfirió riquezas a escala global mediante la rapiña y la “des-posesión”, como la bautizó David Harvey. A su vez, mediante la desregulación, le arrancó a los trabajadores las llamadas empresas públicas, mercantilizando incluso las fuentes de agua. De igual manera, la flexibilización disminuyó la participación de la clase obrera en la distribución de la riqueza que su trabajo generaba.
A pesar de las políticas neoliberales que transfería más y más riquezas de los sectores trabajadores a la clase capitalista, el sistema siguió sin poder generar ganancias. Entre 1975 y 2005, en vez de invertir en actividades productivas (que no podían generar ganancias), los especuladores se dirigieron al sector financiero donde se creaban los mecanismos (artificiales) aún capaces de movilizar los capitales acumulados. El mecanismo, que creaba las llamadas burbujas, lograba generar ganancias pero sin crear nueva riqueza.
La crisis financiera basada en el estallido de la burbuja inmobiliaria en la bolsa de valores de Nueva York es una – pero no la principal - causa de la crisis del sistema capitalista que se arrastraba por un cuarto de siglo o más. Cuando reventó la burbuja de los “sub-prime”, desaparecieron millones de millones de dólares en forma de activos y los estados imperialistas corrieron a salvar sus mecanismos financieros. La economía real se hundió y sigue en un estado de recesión sin perspectivas de una futura recuperación.
La inyección de más de un millón de millones de dólares al sistema financiero no tuvo como objetivo salvar a la economía real. Su propósito era salvar el sistema bancario y los intereses de la clase dominante. En la mejor tradición imperialista, cada país recurrió a sus propias estrategias sin importar el destino de los otros. Las cumbres de los G-8 y G-20 fueron escaparates para tranquilizar a los capitalistas del mundo. En ambos escenarios, las declaraciones emitidas por sus miembros reflejaban una sola realidad: ¡el capitalismo está en bancarrota y no sabemos que hacer!
Panamá, 3 de septiembre de 2009.