“Otro rostro para la pobreza” es el título de una noticia sobre un proyecto de vivienda en la comunidad de Curundú, en la capital panameña. La comunidad nació hace 80 años para alojar a los jornaleros peor remunerados en la antigua Zona del Canal. Sigue siendo un área muy deprimida con una población cercana a los 30 mil habitantes. La violencia, el desempleo y la pobreza son los factores que predominan en el sector. El diario que presenta la información pareciera decir que el gobierno del presidente Ricardo Martinelli quiere “cambiarle” el rostro de la pobreza pero no pretende mitigar o erradicar esta situación social que afecta al 40 por ciento de los panameños.
Como la mayoría de los proyectos urbanos en la antigua periferia de la ciudad, el proyecto está concebido para efectos de generar algunas ganancias a los sectores especuladores que abundan en el gobierno. Un cambio de rostro, pero todo seguirá lo mismo.
El proyecto no responde a un plan de desarrollo urbano. Tampoco está en el marco de los planes de desarrollo de las áreas revertidas, con los cuales colinda. Según lo anunciado, canalizará las aguas de la quebrada que lleva su nombre y se habilitarán dos calles para que se pueda cruzar a las áreas revertidas. Contempla la construcción de cerca de mil soluciones de vivienda en el área donde existe actualmente un conjunto de ranchos improvisados.
Los voceros del gobierno dijeron que la transformación urbana incluye un cambio de actitud de la población, la cual se logrará con los programas de educación que desarrollarán. Los mismos agregaron que a través de programas sociales, se prevé fortalecer la integración comunitaria, impulsar el deporte y la cultura y fomentar la cultura del trabajo y la formación de microempresas. Los ministros del gobierno no saben que un cambio de actitud sólo puede lograrse si a la población se le ofrece acceso a empleos bien remunerados y a la juventud se le crea oportunidades de educación.
Según el Ministerio de Vivienda, el proyecto abarca una extensión de 16 hectáreas, en los que se harán movimientos de tierra y rellenos que permitirán la construcción de vías de comunicación, la colocación de tuberías de agua potable, de aguas servidas, de drenajes y puentes que conectarán a la comunidad de Curundú con el sector de Albrook y la avenida Ascanio Arosemena.
Preocupa que ante los problemas que tiene que enfrentar el gobierno, el presidente Martinell declare que el no es responsable. Hay un incremento de la violencia, del desempleo y de la pobreza y el presidente declara que “yo no hago el presupuesto. Lo hacen otros ministerios, lo aprueba el Gabinete y la Asamblea”.
Pero el presidente si escogió del equipo que maneja sus supermercados a la próxima encargada de la Contraloría General de la República. Esta es la institución que supuestamente debe garantizar el manejo transparente de los fondos de la hacienda pública. Se informó que Gioconda de Bianchini, auditora de la Importadora Ricamar, propiedad del presidente Martinelli, será la ungida.
Martinelli desarrolló su campaña presidencial prometiendo “cambios” en el manejo de las políticas sociales y económicas, haciendo énfasis en la erradicación de la violencia, la corrupción y la pobreza. Sin embargo, el proyecto de Curundú no pareciera estar dirigido en esa dirección.
Panamá, 22 de octubre de 2009.
jueves, 22 de octubre de 2009
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