Me preocupan las decisiones que algunos toman en función de sus intereses particulares. Más todavía cuando tiene connotaciones de clase. La ampliación del Canal de Panamá fue concebida como un buen negocio, así lo entendemos todos. Quienes se opusieron señalábamos - y todavía estamos en esa misma posición - que ese "buen negocio" no contribuía al desarrollo del país, al desarrollo integral de la nación panameña.
En la actualidad, nos enfrentamos a una situación de recesión mundial producto de una sobreproducción en el sistema y una "gestión irresponsable" de las finanzas. Como país tenemos que proceder con mucha prudencia. El país necesita recursos para educar bien a las futuras generaciones, garantizarles salud, seguridad y una integración adecuada al sector productivo de la economía para generar riquezas que beneficie a todos. Los recursos que genera nuestra posición geográfica privilegiada y la administración responsable de ese recurso, mediante el funcionamiento del Canal de Panamá, deben estar al servicio de ese objetivo. Estas son las tareas del gobernante. Hemos estado bajo la dirección de personas y grupos por dos décadas que no pretenden gobernar y, además, no saben como gobernar (el más honesto de ellos fue Endara quien lo confesó).
Tenemos que proceder con prudencia y mucha inteligencia. Hay señales muy claras que ya nos caímos del precipicio y estamos colgando apenas de una rama. Tenemos que recuperarnos y proceder rapidamente a diseñar una nueva estrategia para poner los recursos que genera el Canal al servicio de los objetivos que todos los panameños queremos. El negocio no puede ser para unos pocos. Necesitamos urgente un plan de desarrollo nacional que incorpore a todos los sectores sociales del país a las tareas de construcción. En todas partes se está debatiendo el problema de la crisis y las acciones que deben tomarse en función de país. En Panamá no se promueve el debate. Al contrario, se pide confianza y resignación.
Estamos en plena campaña política y los partidos así como sus candidatos (a todos los niveles) no plantean los problemas del país, de sus circuitos, de sus distritos ni de sus corregimientos.No son tiempos de pánico. Son tiempos de asumir las responsabilidades. Los que quieren gobernar tienen que asumir posiciones y proceder con decisión. El país ha colapsado. Las políticas sociales han fracasado, la seguridad ciudadana no existe y, más encima, la economía se les escapa a quienes ocupan posiciones privilegiadas en las cúpulas, como si fueran empresa privada (según la frase acuñada por Billy Ford en 1990).
Hay que actuar con prudencia, inteligencia e invertir los recursos del país en nuestra juventud a quien debemos entregarle todas las oportunidades para que las futuras generaciones se sientan orgullosas de Panamá. Al igual que nosotros sentimos orgullo de ser descendientes de quienes gestaron nuestra independencia, de quienes lucharon en las gestas inquilinarias, de Acción Comunal, de la juventud del 47, de la generación heroica de enero de 1964. Sus luchas "perfeccionaron" nuestro proyecto de Nación.
¿Qué dirán las futuras generaciones de nosotros si todas esas conquistas no son debidamente aprovechadas por quienes tenemos hoy la responsabilidad de seguir construyendo el país que queremos todos los panameños? No hay tiempo para pensar en pánico. Hay mucho trabajo que realizar y hay que poner manos a la obra sin mayor dilación.Hay que volver a pensar otra vez en Panamá.
Panamá, 12 de febrero de 2009.
viernes, 13 de febrero de 2009
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