La política exterior de Panamá ha sido una constante a lo largo del siglo XX y los primeros años de la actual centuria: EEUU. Cuando el istmo se separó de Bogotá en 1903 inmediatamente entró en un proceso de negociación con EEUU en torno a la construcción del Canal de Panamá y, después, sobre la operación de la vía acuática. Fue una lucha popular titánica que ha dejado su huella sobre la República y sobre todos los panameños.
El país avanzó y logró importantes conquistas a mediados del siglo XX cuando el general Omar Torrijos negoció con Washington la eliminación de la Zona del Canal, la evacuación de las bases militares norteamericanas y la transferencia del Canal de Panamá. Las conquistas fueron mitigadas por la invasión armada norteamericana en 1989, recordándole a Panamá que seguía “bajo el paraguas del Pentágono”.
Desde esa fecha la política exterior de Panamá está sometida a una constante presión por parte de EEUU. Los gobiernos panameños han aceptado la intervención norteamericana en sus asuntos de seguridad, en sus políticas económicas e, incluso, en aspectos culturales. El área que más problemas ha generado – delincuencia, violencia y crimen organizado - lo constituye el creciente tráfico ilegal de drogas hacia EEUU sometido a una ferrea vigilancia por parte de las agencias especiales de ese país del norte.
Los candidatos a la Presidencia en las elecciones del 3 de mayo tienen plataformas similares en lo que respecta a la política exterior. Coinciden con relación al tratado de libre comercio con EEUU, con los acuerdos de seguridad militar celebrados con ese país, con la Zona Libre de Colón y el centro bancario. La candidata del Partido Revolucionario Democrático (PRD), Balbina Herrera, sin embargo, dice que su gobierno desarrollaría “una política exterior de relaciones con todas las naciones del mundo, con una vocación pluralista y concertadora”. No menciona a la República Popular de China que no ha sido reconocida por los gobiernos panameños desde 1949. En su programa dice que “seguirá con la política exterior que mantiene el gobierno” actual.
Martinelli no se siente incómodo proclamando sus posiciones ideológicas de derecha. Asegura que su “gobierno sería mucho más pro-norteamericano”. En una entrevista a un periodista de Miami, Martinelli señaló que los “votos de Panamá en las Naciones Unidas (estarían) en línea con la política exterior de EEUU, sobre todo en temas como la posición de Israel o los derechos humanos en Cuba”.
Sobre Venezuela y Cuba, dijo que “mantendría una relación de mutuo respeto y amistad entre naciones hermanas”. Sin embargo, “no (sería) una relación ideológica”. A un periódico de Caracas, Martinelli le aseguró que "diez años después de la llegada de Chávez, Venezuela está al borde del abismo económico, la pobreza ha aumentado y la democracia se ha destruido". Todo indica que Martinelli – si llega a la Presidencia - quedaría aislado entre los gobiernos de extrema derecha en América latina.
Por su lado, Balbina se controla y plantea que su política exterior sería “conforme a la ubicación geográfica de Panamá y a su tradición histórica”. ¿Quiere decir que recuperará la tradición de lucha del pueblo y de gobiernos del pasado? Su respuesta es menos que ambigua, sin compromiso alguno: “Participaremos activamente en los foros de las zonas de Norte y Meso-América, de Sur América, del Caribe y de la Cuenca del Pacífico... También evaluaremos las ventajas de sus diversas iniciativas de consulta política, coordinando con los sectores nacionales interesados”.
Panamá, 2 de abril de 2009.
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